Bodegas Arráez: el lado más canalla y solidario del vino

 

Bodegas Antonio Arráez es una de las firmas que han revolucionado el sector vinícola valenciano durante la última década a base de creatividad, originalidad y buenos vinos. La cara más ‘canalla’ del vino valenciano es también la más solidaria, con proyectos como Raras, en el que Arráez ha recurrido a botellas de vino desechadas por el fabricante por no ser como las demás para producir un vino único cuyos beneficios se destinan a proyectos de investigación sobre enfermedades raras.

Toni Arráez, enólogo de vocación y empresario «casi por obligación», ha protagonizado una de las trayectorias de más éxito en el mundo del vino. Cuando asumió la dirección de la bodega familiar (entonces ubicada en el casco urbano de La Font de la Figuera) apenas contaba con tres empleados, todos en edad próxima a la jubilación. Poco más de una década después la bodega se erige en un bello paraje a las afueras del pueblo, y el equipo humano ya supera la treintena de personas, con una edad media inferior a los cuarenta años. Y todo ese crecimiento se debe, en gran parte, al vino Mala Vida.

 

Bodegas Arráex. / ED
Así empezó todo

Arráez recuerda como empezó todo: «yo tenía claro que teníamos que hacer cosas que se saliesen del camino marcado. Con Francesca, una buena amiga, realizamos un pequeño estudio para ver que tipo de imagen y que tipo de vino buscaban los nuevos consumidores. En bodega trabajamos a partir de un concepto de vino más fresco y menos complicado de entender, y creamos una imagen que nos diferenciase y nos identificase con ese lado ‘canalla’ que nos ha caracterizado desde entonces. Lanzamos una primera edición de 2.500 botellas que presentamos en la Mostra de Proava, y en apenas dos semanas nos quedamos sin vino».

Desde ese momento, Bodegas Arráez no ha parado de lanzar vinos que llaman la atención tanto por su imagen externa como por las cualidades de su interior. Bala Perdida, Vividor, Cava Sutra, Hu-Ha o Vivir sin Dormir han sido algunos de los ‘hermanos’ que han ido apareciendo a medida que la bodega crecía.

Con la experiencia que da el paso del tiempo, Arráez decidió el año pasado trasladar esa madurez personal al sello con el que ‘empezó todo’ creando una edición limitada de Mala Vida que se ha convertido en  una de las referencias valencianas más aplaudidas durante estos últimos meses. El nuevo Mala Vida edición limitada es un vino elaborado con uvas de Monastrell cultivadas en la zona de solana del Capurutxo y uvas de Garnacha Tintorera cultivadas en la parte umbría del citado paraje. Con una crianza en barrica de roble de ocho meses, es un vino que destila elegancia y finura, con aromas nítidos de fruta roja madura, sutiles notas de especias dulces y un paso por boca largo y goloso.

 

 
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El segundo es un guiño a la tradición familiar —mantiene el nombre de uno de los tintos que han acompañado a la bodega durante décadas, ‘Lagares’— y está hecho con uvas de Monastrell y Cabernet Sauvignon; mientras que el tercero, ‘Parcela 0’, representa el compromiso con el terruño que se elabora con una selección de las mejores parcelas que controlan en la zona. Por su parte, los monovarietales de Malvasía, Syrah y Arcos completan hasta el momento una gama muy bien definida con producciones limitadas.

Su nueva bodega

Estos últimos años han estado repletos de momentos trascendentales para Bodegas Arráez, todos culminados hace ahora un par de años con la inauguración de su nueva bodega, ubicada en un paraje rodeado de viñedos dentro del término municipal de La Font de la Figuera. El propio Toni Arráez se ha encargado de distribuir los espacios en función de las necesidades puntuales en cada momento del año. La bodega cuenta con una zona de crianza y un espacio de trabajo diáfano y abierto a la naturaleza, desde donde se contemplan todos los viñedos que rodean la bodega, sobre los que Toni trabaja para recuperar varietales autóctonos del Valle de Alforins como la Forcallà, Arco o Verdil.

La nueva bodega está concebida para poder desarrollar un proyecto enoturístico que pasa por generar experiencias diferentes en torno al mundo del vino. Para visitar la bodega se puede tramitar la reserva a través de su página web o llamando al teléfono 673218559. La visita tiene una duración de una hora y media, aunque suele prolongarse más, sobre todo una vez que los visitantes llegan a la parte final en la sala de cata y la terraza con piscina y se disponen a disfrutar de sus vinos. 

 

 

La aventura comienza en el exterior de las nuevas instalaciones, cuyo entramado simula desde el cielo la figura de una botella. Las fachadas son del mismo color de la tierra que la rodea, integrándose al paisaje como un camaleón. Una vez dentro, el recorrido se inicia en la zona de recepción de la uva. De ahí, el visitante atraviesa la zona de depósitos, un espacio interior de iluminación natural en el que los depósitos han sido decorados con obras del artista valenciano Eduardo Bermejo.

El siguiente punto de la visita se encuentra a tres metros bajo tierra, donde descansan los vinos más expresivos. Tras visitar la planta de embotellado, el recorrido finaliza en la sala de catas y la terraza anexa, donde los visitantes tienen la oportunidad de catar varios vinos acompañados de una selección de embutidos locales.

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