Bodegas y Vinos

La bodega valenciana Clos de Lôm sigue construyendo una sólida colección de vinos que condensan la esencia de uno de los paisajes de vinos mejor valorados de todo el arco mediterráneo, el valle dels Alforins, una de las zonas que más y mejor han evolucionado en los últimos años, siempre con la mirada puesta en el viñedo y en aquellas parcelas que, por su singularidad, ofrecen uvas perfectas para producir vinos de alta expresión, como la nueva joya de la firma valenciana, Casa Las Monjas, un tinto de limitadísima producción (apenas 2.500 botellas) elaboradas de manera exclusiva con uvas de la variedad Monastrell. El nuevo vino de la familia Serratosa-Caturla no ha podido tener mejor debut, estrenándose con una calificación de 95 puntos en la guía Intervinos, una de las publicaciones más influyentes del sector.

Aunque es una de las bodegas más jóvenes de toda la Comunitat Valenciana, la tradición vitivinícola de la familia Serratosa-Caturla se remonta ha hace casi dos siglos, cuando en 1836 uno de sus antepasados adquirió una finca agrícola en el corazón del Clariano, conocida como la “toscana valenciana”.

Aquella finca formó parte de lo más precioso de su legado para las generaciones futuras, que fueron heredando también el amor por la propiedad, el Clos familiar. Y nunca se desprendieron de ella, al contrario, sus descendientes la fueron agrandando. Durante la última mitad del siglo XX, las casi 300 hectáreas de viñedo que componen la finca nutrían de uva a otras bodegas de la zona, hasta que hace unos años decidieron que había llegado el momento de poner nombre y apellidos al fruto que cada otoño dan unas cepas perfectamente adaptadas al terruño y clima de la zona.

Para desarrollar todo este proceso de adaptación y cambio, los propietarios de Clos de Lôm recurrieron a uno de los enólogos de mejor reputación en toda España, Pablo Ossorio, un técnico que tras protagonizar el despegue de Bodegas Murviedro ha desarrollado otros proyectos de renombre como el de Bodegas Hispano+Suizas o Vegamar. Ossorio se rodeó de un equipo de profesionales de confianza para, inicialmente, reordenar el viñedo, recuperando las viejas cepas de Monastrell y Tempranillo y apostando por varietales que con el tiempo han confirmado una magnífica adaptación al terruño de la finca. Ossorio ha imprimido su sello personal a unos vinos que vieron la luz con la cosecha de 2018 y que nacen de 55 parcelas de diferentes orientaciones y tipos de suelos.

La bodega arrancó su andadura con cuatro referencias, cuatro vinos de finca monovarietales elaborados con las uvas más arraigadas en la zona:

• Clos de Lôm Malvasía es un vino hecho con uvas de ésta variedad mediterránea que destaca por su finura, acidez y dulzor equilibrado. Un vino de alta intensidad aromática gracias a una cuidada maceración con lías en suspensión.
  
• Clos de Lôm Monastrell Rosado es un vino de estilo afrancesado hecho con las uvas de los viñedos más viejos de la finca, lo que incide en una tipicidad bien definida, con una complejidad aromática poco común en los vinos de este tipo.
  
• Clos de Lôm Tempranillo representa el legado de los propietarios, ya que se elabora con varietal que ya introdujeron en la zona los antepasados de la familia y con la que Ossorio ha creado uno de los monovarietales de esta uva más interesantes de los últimos años.
  
• Clos de Lôm Garnacha es la otra apuesta por las variedades mediterráneas, un tinto joven largo y solvente, muy complejo en aromas y con un tacto en boca especialmente untuoso.
  

Esa primera añada supuso un éxito sin precedentes para la compañía. Más allá de la gran aceptación que tuvieron entre los consumidores, los Clos de Lôm inscribieron su nombre en el palmarés de los principales concursos de todo el mundo, como es el caso del blanco, que en 2019 obtuvo entre otros reconocimientos las medallas de oro en los concursos internacionales Bacchus, Mundus Vini, Challenge International de Burdeos y Asia Wine Trophy. Además, guías de prestigio como la Peñín o la SEVI han tildado de sobresaliente los vinos que la bodega lanzó en 2019.

A estas cuatro etiquetas, se sumó hace ya algunas añadas un nuevo tinto, Isidra, un vino que representa un homenaje a las mujeres de esta saga familiar que desde hace más de dos siglos miman los viñedos de la propiedad. Isidra se elabora con uvas de Garnacha y Tempranillo, y sus 12 meses de crianza en barricas de roble imprimen carácter y personalidad a un tinto que mantiene su perfil frutal y un extraordinario volumen en boca.

Con estos vinos la familia cristaliza un proyecto que ha madurado lentamente, durante dos siglos, desde que S. Dupuy de Lôme se enamorase de una finca en Fontanars dels Alforins y decidiese dejar crecer allí sus raíces. De aquellas raíces brotan ahora unos vinos de carácter mediterráneo, con personalidad propia y unos parámetros de calidad muy por encima de la media.